Imagen tomada de: http://bioproyects.blogspot.com.co/2013/02/ix-la-batalla-de-los-sexos.html |
Cuando los gametos evolucionaron hacia la anisogamia
y surgieron los sexos, las hembras se especializaron
en formar grandes óvulos llenos de nutrientes mientras
los machos fabricaban millones de gametos minúsculos,
especialistas en fecundación (Parker et al. 1972, Randerson
y Hurst 2001).
Los óvulos de los mamíferos son miles
de veces superiores en tamaño a los espermatozoides.
Por ejemplo, el óvulo de una vaca es de un tamaño unas
50.000 veces superior al del espermatozoide, y el óvulo
humano unas 250.000. La fecundación es muy asimétrica:
los nutrientes los aporta el óvulo.
Imagentomadade: http:embarazo10.com/embarazo-semana-1/embarazo-semana-1-ovulo-espermatozoide |
Sin embargo, en
muchas especies la producción del óvulo representa una
inversión despreciable comparada con el resto de energía
que la cría va a requerir para su desarrollo. Cuando pueda
independizarse de los cuidados parentales, por ejemplo,
la cría de mamífero cuando sea destetada, tendrá millones
de veces el tamaño del óvulo. En estos numerosos casos,
la asimetría real entre los progenitores no consiste sólo en
el tamaño relativo de los gametos sino en su aportación
total a la formación del cuerpo de la cría.
La energía utilizada en la cría puede ser objeto de “negociación” entre ambos padres, ya que los dos tienen un interés común en que la cría salga adelante, aún así el material genético de ambos es diferente y no dejan de ser competidores en la lucha de la reproducción. Cada uno de ellos saldría ganando si el resto de materiales que se necesiten fuera puesto por el otro. En esta situación de conflicto, la hembra en principio se encuentra en desventaja, pues una vez que ella ha colocado más recursos que el macho en cada gameto, la pérdida para ella es mayor si el hijo muere.
Las formas de cuidado parental pueden ser muy diversas, ya se ha mencionado que el gameto femenino puede llevar una considerable cantidad de nutrientes, los cuales en algunas especies suponen la mayor parte de la contribución de los progenitores hacia las crías. Incluso antes de la formación de los gametos puede ser necesaria la preparación de un lugar para ellos, un nido, una madriguera, o la defensa de un área. Tanto estos trabajos previos como el propio aporte de nutrientes para la fabricación de los gametos puede correr, en parte al menos, a cargo de los machos.
Por ejemplo, los machos pueden
defender recursos que las hembras utilizan durante la formación
de los gametos (Lack 1966, Thornill y Alcock
1983), pueden aportar regalos nupciales a las hembras (e.g.
Thornhill 1981, 1986) o espermatóforos a base de nutrientes
que contribuyen a la formación de los huevos (e.g.
Rutowski et al. 1983), o incluso pueden dar su propio
cuerpo como comida para la hembra (e.g. Buskirk et al.
1984). Es evidente que algunas contribuciones de los
machos podrían ser consideradas como gasto en apareamiento
en lugar de cuidado parental, pero en general contribuyen
a la producción y supervivencia de las crías (Clutton-Brock
1991), con lo cual no son muy diferentes a
otros modos de cuidado parental salvo en que ocurren
antes o durante el apareamiento.
Una vez producidas las crías, éstas necesitan recursos
materiales para su desarrollo, pero también otros cuidados
como protección frente a elementos del medio ambiente,
incluyendo a los depredadores. A veces ambos
progenitores aportan nutrientes directamente a las crías,
como ocurre en aves monógamas. En otros casos sólo uno
de ellos alimenta a las crías mientras el otro aporta cuidados
parentales de diferente tipo, como por ejemplo la defensa
de la familia o del territorio en mamíferos monógamos.
A veces el cuidado parental es sólo protección y no
aporte de nutrientes, como ocurre en muchas especies de
peces y reptiles.
Muchas especies carecen totalmente de cuidado
parental posterior a la liberación al medio de los huevos
fecundados. Quizás son los animales endotermos los que más claramente se han especializado en el cuidado
parental, por lo que buena parte de las teorías y ejemplos
sobre dicho tema hacen referencia a aves y mamíferos.
En los animales con fecundación interna, donde el macho deposita los gametos dentro de la hembra, resulta más fácil para él desertar de las tareas de cuidado parental, dejando a la hembra en la obligación de cuidarla si quiere que ésta salga adelante.
Imagen tomada de: http://www.planetacurioso.com/2013/04/25/ peces-machos- que-protegen-sus-crias-llevandolos-en-su-boca-fotos/ |
Aunque muchos padres estarían ocupados para el cuidado de sus hijos, este pez macho tiene su boca repleta de decenas de sus descendientes.
Los Bocones, (Opistognathidae), incuban sus huevos en su boca, es el macho quien asume la responsabilidad de cuidar los huevos hasta que eclosionan, tras el cortejo, el macho fertiliza los huevos y luego los recoge en su boca, protegiéndolos hasta que nacen.
La solución del conflicto entre sexos depende de múltiples circunstancias que afectan a los costes y beneficios que para cada sexo representan las opciones de colaborar o no en el cuidado parental.Si ambos cuidan, el conflicto se extiende sobre la cantidad de cuidado parental que dará cada miembro de la pareja. El ajuste puede estar haciéndose de modo continuo, de manera que si uno aumenta su esfuerzo el otro lo percibe y ahorra.
Houston y Davies (1985) mostraron que si el éxito de la cría
aumenta de modo asintótico con la cantidad de cuidado parental que recibe, cada
miembro de la pareja tenderá a reducir su esfuerzo si percibe aumentos en el
esfuerzo de su pareja. La forma precisa de la relación entre el esfuerzo de uno
de los miembros de la pareja y el máximo esfuerzo que el otro miembro estará
dispuesto a hacer, determinará cuál sea la cantidad evolutivamente estable de
cuidado que aportará cada uno de ellos, o resultará en que todo el cuidado parental
lo aporte uno de los miembros de la pareja.
Uno de los parámetros que afectan a la decisión de los machos es
su probabilidad de futuros apareamientos. Por ejemplo, si la cantidad de
hembras en la población es alta, los machos desertarán con facilidad del
cuidado parental ya que pueden ganar más aumentando su número de parejas, como
ocurre por ejemplo en los pinzones cebra: se vio que los colores de las anillas
afectaban a su atractivo sexual (Burley 1981). Esto permitió manipular
experimentalmente el atractivo y comprobar que los machos que eran más
atractivos a las hembras dedicaban menos esfuerzo al cuidado parental.
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